Todavía nos cuesta pensar en estas palabras y creer que ya estás disfrutando el encuentro con nuestro querido Padre, con tu amado Jorge y con los muchos y muchas amigas que sin dudas te abrazaron y consolaron porque por fin vas a descansar un ratito…
El hogar, la Guarde y cada una de las personas, niños, niñas y jóvenes que pasaron por ahí hoy te piensan -hoy te pensamos- con una lágrima, porque duele despedir lo cotidiano y a la persona física, pero nos encontramos en la alegría de la resurrección siempre.
Nos quedan muchas anécdotas a quienes desde Cáritas, en diversas comisiones, y con el Arzobispado acompañamos el camino de estos años del Hogar, querida Nela, Nelita, como te llamábamos estos últimos tiempos.
Nos seguimos encontrando en la comunidad que amaste. Hoy rezamos y celebramos tu paso en nuestras vidas. Hoy nuestra oración también está con tu familia, a la cual agradecemos la generosidad de compartirte con la obra que ha transformado tantas vidas… María sin dudas también te acompañó en este paso, sabemos que brilla para vos la luz que no tiene fin.
Seguirás indicando el camino para que siga la obra, como decías siempre, que todo sea para la gloria de Dios.
Te decimos hasta luego, gracias por tanto amor y compromiso, gracias por hacer vida el evangelio y la fe que profesamos.
Los que te hemos conocido coincidamos en que estas podrían ser también tus palabras: «Yo no me preparo para un fin, sino para un encuentro».