Jesús fue condenado a muerte por su forma de vida, por sus opciones frente a la realidad que vivió, por eso nuestro lugar, como discípulos y discípulas, es estar del lado de quienes hoy son condenados en el mundo:
• por decir la verdad, por practicar la justicia, por anunciar la liberación;
• por tener otra ideología, otra forma de pensar, otra religión;
• por tener otro color de piel, otra raza, otra orientación sexual;
• por ser mujer en una sociedad violentamente machista;
• por quienes intentan alternativas al actual sistema social y económico;
• por predicar el diálogo, la paz contra quienes sólo practican la violencia y el odio;
• por la explotación que sufren en los lugares de trabajo;
• por ser adolescentes y jóvenes, a quienes no dimos otra alternativa más que la delincuencia.
“La Pascua nos llama a comprometernos, a transitar y transformar como comunidades los tiempos difíciles que nos toca vivir. Pascua es tiempo para crecer en esperanza y solidaridad. Tenemos situaciones e injusticias que debemos afrontarlas. Cristo resucita y vive en cada comunidad que, como discípulos de Jesús, cree y se compromete por un mundo más justo”.
Pascua es Vida y vida es Amor solidario.